Judith de Jorge. Madrid, 10 feb (ABC).- La roca 2012 DA14, descubierta desde España, volará el viernes a 27.000 km de la Tierra, una aproximación de récord que la situará incluso por debajo de los satélites
La noche del 22 de noviembre de 2012, un telescopio robótico del Observatorio de La Sagra en Granada rastreaba el cielo en busca de asteroides cercanos a la Tierra cuando, de repente, un punto luminoso apareció en el Este. En ese momento, Jaime Nomen, director del centro astronómico, viajaba en un velero a dos millas de la costa catalana, pero, conectado permanentemente de forma remota, recibió de inmediato el aviso en su ordenador. Se trataba de un asteroide de unos 45 o 50 metros de diámetro. En cuestión de horas, el Minor Planet Center en Boston (EE.UU.), la institución encargada de recopilar este tipo de observaciones llegadas de todo el mundo, ya tenía los datos del objeto y dos días después el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la Nasa calculaba su órbita. Con medios mucho más modestos que los estadounidenses, el equipo español había descubierto un premio gordo, el asteroide más mediático -con permiso de Apofis-, de los últimos tiempos. Se llama 2012 DA14, una especie de matrícula provisional que se refiere al año, el mes y el orden del descubrimiento, y nos visitará el próximo viernes 15 de febrero a una distancia de 27.000 km, por debajo de la órbita que ocupan los satélites geoestacionarios.
Entonces se convertirá en la roca de cierto tamaño detectada que haya volado más cerca de la Tierra.
«La historia de cómo se produjo el descubrimiento del asteroide parece de película, pero en realidad refleja el trabajo que hacemos en La Sagra, siempre pegados al ordenador porque una roca como esta puede aparecer en cualquier momento y la reacción debe ser inmediata; si no, la perdemos», explica Nomen. El asteroide se encontraba entonces a más de 4 millones de km de la Tierra, nada que ver con la «caricia» que esperamos en cinco días y que los científicos descartaron hace tiempo se transforme en bofetada. No existe ninguna posibilidad de impacto en esta ocasión. Es un alivio, porque si se estrellara, liberaría una energía de 2,5 megatones en la atmósfera. No causaría un armagedón, pero sí una devastación a escala regional y si se precipitara en el mar, tsunamis incluso más peligrosos. En 1908, en Tunguska, Siberia, el impacto de un asteroide rocoso o un cometa algo menor (de 30 a 40 metros de diámetro) arrasó 1.200 km cuadrados de tundra y el fulgor de la explosión se apreció desde el norte de Europa e incluso en algunas zonas de Estados Unidos. En Arizona, un objeto metálico similar formó el famoso cráter Barringer, de 1,5 km de diámetro, cuando se estrelló hace unos 50.000 años. «Es el objeto conocido con potencial para hacer daño que más se acerca a la Tierra, eso es lo que lo hace tan interesante», dice Nomen.
Aquí abajo nos libramos, pero ¿es probable que cause algún desastre allá arriba? Tanto la Nasa como la Agencia Espacial Europea (ESA) han afirmado que, aunque la trayectoria de la roca se adentra en la órbita en la que se encuentran los satélites de comunicaciones, el peligro para estos artefactos es mínimo, ya que el asteroide llega «desde abajo» y no cruza en el mismo plano el cinturón geoestacionario.
Tampoco lo hay para la Estación Espacial Internacional, que orbita mucho más abajo, a menos de 400 km sobre nuestro planeta.
«Don Quijote» contra el gigante
En realidad, poco sabemos del visitante espacial. Por su brillo, los científicos estiman que tiene un diámetro de unos 50 metros y una masa de 130.000 toneladas de composición desconocida. Viaja a una velocidad de 7,8 km por segundo y es de tipo Apollo, lo que quiere decir que tiene la inquietante costumbre de cruzar periódicamente nuestra órbita. Curiosamente, solo tarda un día más que la Tierra en dar la vuelta al Sol (366,2 días). Los astrónomos lo seguirán con muchísima atención para desvelar con exactitud su verdadera naturaleza (su masa, tamaño y período de rotación), especialmente por si puede suponer un peligro en un futuro lejano, ya que la gravedad de la Tierra modificará su trayectoria.
Un asteroide del tamaño del 2012 DA14 se nos aproxima así de cerca cada 40 años y uno de ellos impacta contra el planeta una vez cada 1.200, según el Programa de Objetos Cercanos a la Tierra de la Nasa.
¿Qué hacer en caso de que se nos venga uno encima? Una empresa española, Elecnor-Deimos, propone una misión, llamada «Don Quijote», que consiste en enviar una sonda exploradora, «Sancho», para estudiar la roca, y después impactar a gran velocidad otra de entre 500 y 1.000 kilos, «Hidalgo», para que pueda desviarla. La ESA lo considera el método más eficaz, al dar una respuesta inmediata y segura, y funcionaría con pedruscos de hasta un kilómetro de diámetro. «Con desviarlo cien micras por segundo ya sería suficiente. Para rocas mayores, como la que acabó con los dinosaurios, no habría más remedio que recurrir a una explosión nuclear, pero puede haber metralla y el riesgo de un fallo todavía es muy grande», explica Miguel Belló, director gerente de la compañía.
Con unos prismáticos
La máxima aproximación de 2012 DA14 se producirá a las 20.24 hora peninsular española sobre el océano Indico, en las costas de Sumatra.
«En España, se podrá ver como un punto de luz relativamente veloz a partir de las diez de la noche, aunque ya estará alejándose de la Tierra. Sobre las once se situará cerca de la Estrella Polar», apunta el responsable de La Sagra. Solo hacen falta unos prismáticos. Como ocurre con todas las observaciones astronómicas, es necesario buscar un lugar oscuro alejado de las luces de las ciudades y que el tiempo acompañe.
Los científicos estiman que existen aproximadamente 500.000 asteroides cercanos a la Tierra del tamaño de 2012 DA14. De ellos, apenas se han descubierto el 1%. Un buen motivo para seguir escrutando el cielo.
http://www.abc.es/ciencia/20130210/abci-acerca-asteroide-201302081818.html
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Cometas especiales visitarán la Tierra en 2.013
Moscú, 11 feb (La Voz de Rusia).- En 2013, los habitantes de la Tierra podrán ver varios cometas especiales. En marzo en el Hemisferio Norte se espera una cita con la “estrella con cola”, denominada Lemmon, que por vez primera apareció en el Sistema Solar.
Otros dos cometas podrán ser vistos un poco más tarde, entre ellos un supercometa, que puede eclipsar la Luna.
Los astrónomos rusos esperan a este gigante celeste con gran emoción.
El cometa ISON fue descubierto por ellos en septiembre del año pasado.
Hasta el ansiado encuentro queda medio año. Mientras que el Lemmon ya está prácticamente listo para exhibir su brillante “atavío” verde.
Este colorido peculiar le es conferido por el carbono diatónico y el cianógeno –señalan los astrónomos. Por primera vez fue registrado en marzo del año pasado desde el Monte Lemmon, EEUU, que le dio su nombre.
Se espera que conforme el cometa se acerque al Sol adquiera magnitud
2-3 y será visto no peor que las estrellas de la Osa Mayor. Se trata de un fenómeno notable –afirman los especialistas. Pese a que los astrónomos descubren anualmente decenas de cometas, pocos de ellos rara vez pueden ser vistos a simple vista. Además, para las actuales generaciones se trata de una posibilidad única de contemplar el Lemmon –dijo a La Voz de Rusia la jefa de la Sección de Astrometría Espacial del Instituto de Astronomía de la Academia de Ciencias de Rusia, Lidia
Ríjlova:
—Es un cometa de largo período. Esto significa que su período orbital alrededor del Sol es de más de doscientos años. Los de período corto ya fueron observados a lo largo de la vida humana, como, por ejemplo, el Halley, que aparece cada setenta y cinco años.
Históricamente los pueblos consideraban que los cometas eran precursores de desgracias: malas cosechas, desastres naturales, guerras. Este año se podrán ver en el horizonte varios brillantes peregrinos espaciales. ¿Por qué “atacan” la Tierra? ¿Existe alguna amenaza?
Semejantes temores son infundados, nunca han sido confirmados –dice el conocido astrónomo ruso Leonid Yelenin, cuyo nombre lleva un cometa descubierto por él:
—Hasta ahora se ligan a los cometas ciertas cosas pseudocientíficas.
En realidad, en 1910 la humanidad también se preparaba para el paso de la Tierra a través de la cola del cometa Halley. Se temía que todos se intoxicarían con cianógeno – un gas que está presente en el núcleo del cometa. Como vemos no pasó nada. A grandes rasgos, los cometas no son peligrosos para la Tierra. La probabilidad de una colisión con nuestro planeta es ínfima. Hay que estudiarlos, no tenerles miedo y tampoco vincularlos con hechos negativos.
En cuanto a la aparición más frecuente de estos “forasteros”, pues los astrónomos también desechan esta afirmación. No se trata de que los cometas estén volando más, sino que nosotros estamos observando mejor.
En el linde de los siglos XX y XXI se produjo un boom informativo: las observaciones de episódicas se volvieron regulares. Aparecieron potentes telescopios, nuevos receptores de radiación, computadoras que registran los cuerpos celestes. Todo esto permite descubrir rápidamente los cuerpos celestes, precisar sus coordenadas y enviar los datos del Centro de Planetas Pequeños, donde son comprobados en los catálogos, para vez si se trata de un cuerpo celeste nuevo o no.
http://spanish.ruvr.ru/2013_02_11/cometas-tierra-amenaza/
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