1. Antecedentes.
En la historia conocida de la humanidad, se han presentado dos posiciones opuestas. La una que defiende que cada ser humano sólo tiene una vida sobre el planeta y la otra que promulga la pluralidad de vidas.
El cristianismo ha sido el líder de esta forma de pensar, aunque no desde el comienzo.
La Iglesia Cristiana primitiva aceptaba la doctrina de la reencarnación, la cual fué expuesta por los Gnósticos y por muchos padres de la Iglesia, entre ellos Clemente de Alejandría, el célebre Origen y San Jerónimo en el siglo V. La reencarnación fué por primera vez declarada herejía en el año 553, por el Segundo Concilio de Constantinopla. En aquel tiempo muchos cristianos pensaban que la reencarnación concedía al hombre demasiado espacio y tiempo para tener incentivo para luchar por su inmediata salvación.
Durante los siglos I, II y III, hasta al ascenso al poder del emperador Constantino en Bizancio, (hoy Constantinopla), la opinión sobre este tema, estaba aceptada entre los cristianos.
Fue Elena, la madre de Constantino, quien ordenó revisar la Biblia y sacar de ella los textos y referencias que se encontraran e hiciesen referencia a la reencarnación (sin embargo, se les pasó de alto varias referencias, que aún se encuentran en el Antiguo y Neuvo Testamento).
Mas adelante el Concilio II en Constantinopla, refrendó la posición de Elena, ya que los jerarcas de la iglesia allí reunidos, llegaron a la conclusión de que era más provechoso que los cristianos creyeran en la existencia de una vida, pues, esto los llevaría a ser más ordenados en esta única oportunidad de salvarse o condenarse.
A pesar de que esta herencia ha dominado en nuestras creencias actuales, la verdad es que la gran mayoría de las civilizaciones y sobretodo aquellas que han logrado un buen nivel de apertura de conciencia, han proclamado la multiplicidad de vidas.
Es así como los chinos, los hindúes, los egipcios, los persas y aún los atlantes y lemures entendieron sus vidas en el marco de una secuencia de existencias.
2. Concepción actual.
En contraste con la posición tradicional, es llamativa la tendencia creciente de personas que en nuestro hemisferio se adhieren a la tesis de las muchas vidas.
La influencia de las religiones orientales sobre todo de la India y las concepciones de las escuelas de la Nueva Era han influido notablemente en este fenómeno.
También ciertas reflexiones han sido convincentes para muchos; veamos algunas:
Una es la de la Justicia divina, que especula lo siguiente:
Si Dios es justo, cómo puede entenderse que dos criaturas recién nacidas, que no tienen antecedentes (tabula rasa) pues salen por primera y única vez de las manos del Creador, puedan tener niveles tan diferentes de nacimiento y de oportunidades para el futuro, como en el siguiente ejemplo extremo.
El uno nace por parto natural, con plena atención médica, en el seno de una familia armoniosa, educada y con abundancia económica y espiritual.
Estas condiciones permiten a ese bebé tener afecto, protección y posibilidades de buena salud y de educación en un medio que le brinda todas las oportunidades de realizarse integralmente en los campos que él elija.
El otro nace en condiciones de miseria, en un país en guerra, de padres alcohólicos e ignorantes, con graves traumas genéticos que le llevan al mongolismo. Por supuesto, con un horizonte cerrado para el progreso, aunque sea en los aspectos más elementales de la vida.
Si no hay causas anteriores que determinen estos destinos tan diferentes, tendríamos que negar que toda situación o evento es efecto de una causa y concluir que Dios es injusto y que la vida en la tierra es un absurdo.
Otra reflexión es la del fracaso de la vida.
¿Cuántas vidas se realizan totalmente? Si miramos a nuestro rededor una ínfima parte de las personas logran en su vida realizarse como seres humanos y concluirla en la plenitud de un cuerpo sano, de una mente expandida al ciento por ciento de su capacidad; de una conciencia abierta a la percepción del universo y de una identificación con su esencia divina.
¿Y no es ese el ideal de la vida?
Si copar el potencial humano es un sentido de la vida, la historia de los seres humanos es el más rotundo fracaso.
Sólo si esas vidas parciales son un eslabón en un proceso de crecimiento y aprendizaje se entendería que esas vidas, no plenas, tengan un sentido como experiencia positiva que culminarán con un despertar y una liberación total, en un futuro más o menos próximo.
Para finalizar esta parte, digamos que tiene más sentido que las vidas sigan los principios generales de los ciclos de la naturaleza, como lo vemos en al física y en la biología, a que sea un excepción a estas leyes.
3. Concepción amplificada.
Si partimos del principio de que existe una gran fuente de todas la leyes y que éstas se desprenden de unas cuantas, muy pocas, simples y poderosas que se van ramificando y combinando para regir tiempo-espacios, tendríamos entonces que la ley de la reencarnación o mejor de la reincorporación y siguiente desorganización(adquisición y desecho masivo de cuerpos) es válida no sólo como ley general de la naturaleza, no sólo al nivel humano, sino a todos los niveles de la evolución, desde el mundo de la materia hasta los niveles más elevados como los seres angélicos y otros que están por encima del nuestro, hasta el momento en que ya el cuerpo culmine su perfección y no se requiera para etapas todavía más superiores en el camino hacia Dios.
Ampliaremos este concepto más universal de la llamada reencarnación.
El ser y el estar.
Como superioridad con otros idiomas, en el español tenemos una clara diferenciación entre ser y estar.
Y esto es de gran importancia para entender la cadena de vidas.
Ser es esencia que está por encima del tiempo y del espacio y que es única e inmutable. Es el campo de lo absoluto sin calificativos pero de donde se emanan todos ellos. En cambio los “estares” son múltiples, variados y cambiantes, como manifestaciones polifacéticas de la esencia única en el campo de lo relativo y que en su totalidad constituyen el universo. Aquí podríamos traer el viejo, pero muy ilustrativo, símil del océano y las olas.
Hay algo que es en sí mismo: el océano que en su profundidad es quieto e inmutable pero que en su superficie se manifiesta en el movimiento de las olas que suben, estallan y desaparecen para ser reemplazadas por las siguientes.
Pero ¿qué es el océano?: agua. Y ¿qué son las olas?: también la misma esencia del océano: agua. Entonces ¿qué es una ola? Una manifestación cambiante de la única esencia, es una forma, una manera como en la superficie se expresa lo único que es: el océano. En conclusión: lo único que es, es Dios, la esencia de todo lo que está en el mundo fenomenológico es Dios que está manifestado en tal o cuál forma o manera que ondula en crestas y depresiones (vidas y muertes) en el marco de algún espacio-tiempo.
La evolución.
La evolución es un concepto válido en mundos donde las leyes del tiempo se conceptúan como un pasado, un presente y un futuro. Cada mundo tiene sus tiempos y mientras más elevado en vibración, más amplio es el presente y más pequeño el pasado y el futuro. Pero a nivel del universo en su totalidad el tiempo es un eterno presente donde se encuentran a la vez todos los tiempos de todos los mundos.
La Tierra tiene su propia ley del tiempo con vastos pasados y futuros y fugaces presentes. Esto se debe a que su nivel de vibración es bastante lento. Por lo tanto para nuestra percepción existe un proceso claro de evolución que va desde lo más elemental hasta lo más complejo. Así pues en nuestra concepción amplificada, la evolución comienza en las partículas elementales subatómicas que se convierten en átomos, luego en moléculas y así en adelante en cuerpos cada vez más complejos (es decir con más partes) en un proceso de sistemas de sistemas. Dicho en otros términos es una cadena de vidas y vidas desde lo más simple hasta un gran organismo vivo que llamamos el planeta Tierra, que es el ser de la mayor evolución en este sistema.
Las etapas.
Ese proceso de evolución está constituido por dos etapas opuestas y complementarias que se suceden secuencial y repetidamente como un modelo que podemos aplicar a las vidas como a los demás fenómenos naturales.
La primera etapa es la de la vida material que es cuando el espíritu universal de cada individuo toma un cuerpo y experimente las sub-etapas de concepción, nacimiento, infancia, juventud, madurez, vejez y muerte. Esto es válido para un electrón como para una estrella. Por supuesto es más entendible para los seres de los reinos vegetal, animal y humano.
La otra etapa es la de las vidas astrales, que son vidas en donde el espíritu, acompañado de la mente y con cierta mayor expansión de conciencia “vive descorporizado”.
Tan vida es la vida astral como la corporal y posee también sus sub-etapas tales como: abandono del cuerpo – experiencias en tercera dimensión – traspaso a la cuarta dimensión – evaluación de la pasada vida material – proceso de descontaminación de la vida previa – preparación para una nueva vida material y ocupación de un nuevo embrión. Una vida astral puede ser desde algunos meses (muy escaso) hasta cientos y aún miles de años, dependiendo de muchos factores tales como tipo de muerte, edad en que se muere, apegos que se dejan, misiones para vidas futuras, etc. Es muy normal vidas astrales entre los 20 y los 80 años, con la salvedad de que, por fuerzas emanadas de Acuario, algunos espíritus viejos están regresando ahora más rápido que antes.
¿Hasta cuándo?
Hasta que el espíritu haya completado su aprendizaje de la vida humana, se purifique el cuerpo y la mente de las huellas y de las cuentas pendientes del pasado y como ser de conciencia conectada al universo haya alcanzado la plena realización en este nivel.
Entonces el espíritu buscará nuevos horizontes en niveles más elevados de vibración que se hallan en mundos de vibración superior y ésta será su última vida en la Tierra.
Entonces se absorberá en vidas paralelas de los tiempos universales que le esperan para seguir adelante en el camino hacia Dios. Más adelante el cuerpo se renovará sin morir de una vida a otra y mucho más adelante ni siquiera necesitará un cuerpo para seguir evolucionando, en estados ya muy elevados. Allí aunque no termina la evolución, ni concluye la incorporación.
4. Conclusiones.
Al concluir esta presentación, espero que se aprecie la gran lógica de la reincorporación (como vemos no todos los cuerpos son de carne) en comparación con una sola existencia material.
Cada vida es una oportunidad que tiene el espíritu para unirse más a la fuente, en un proceso de evolución.
Cada vida y en particular ésta que tenemos nos crea una gran responsabilidad ante nosotros mismos para no desperdiciarla como lo hemos hecho con otras tantas anteriores. Hemos sido como el mal estudiante que se ve obligado a repetir y repetir el año porque no ha sido capaz de ganarlo para ascender al grado superior. Ahora en acuario, es tiempo ya de que esta ronda prolija interminable de vidas, por fin termine y nos graduemos como los señores de la Tierra, lo cual nos despide con los honores de quien ha pasado con laureles todas las pruebas.
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