Desde ese tercer ojo ustedes podían percibir, y también desde allí querían intervenir para moldear su vida según sus deseos.
Soy Yeshua y estoy con ustedes. Estoy de pie a su lado a través de las barreras del espacio y el tiempo; siéntanme en su corazón. Estoy tan familiarizado con lo que es ser un humano – y sus altibajos.
He explorado el área entera de los sentimientos humanos y el mundo de los extremos, y eventualmente encontré una salida; un pasaje a una manera diferente de ver las cosas a través de la cual se presenta toda la experiencia de ser un humano bajo una diferente luz – una manera que crea tranquilidad y paz en su corazón.
Se trata de esta salida, este pasaje, de lo que me gustaría hablarles hoy. Muchos de ustedes se encuentran en un dilema; conducen una lucha consigo mismos. Tienen una idea viva en su mente de que deberían ser mejores y de otra manera de lo que son ahora.
De que deberían estar más altamente desarrollados, ser más santos, más capaces de seguir ciertas reglas, un alto ideal que tienen para consigo mismos – pero éste es un falso ideal.
Todo este trabajar en ustedes mismos se basa en la idea de que ustedes no son buenos como son; que hay algo más; que ustedes tienen el poder de cambiarse a sí mismos; que tienen el control sobre el hecho de que ustedes son humanos. Ésta es una vieja idea, una que ustedes han experimentado plenamente en una era muy vieja.
Esta idea existía, en parte, en la Atlántida, donde ustedes desarrollaron su tercer ojo y donde lo experimentaron como el centro de observación en su cabeza.
Desde ese tercer ojo ustedes podían percibir, y también desde allí querían intervenir para moldear su vida según sus deseos.
Tenían una cierta tendencia hacia la dominación, aunque esa tendencia fue inspirada también por su concepto de la verdad.
Ustedes tenían la idea de que estaban actuando con base en principios más elevados, por lo tanto, lo que estaban haciendo era “bueno” – y así sucede siempre.
El poder es siempre velado por ideas que se piensa que son buenas. Se construye toda una ideología alrededor de dicha idea, haciéndola un punto de vista mundial que aparentemente busca lo que es bueno mientras que, en esencia, ustedes están tratando de controlar la vida – tanto la suya como la de otros.
El poder corrompe – los aliena a sí mismos del flujo natural de la vida presente en cada ser humano. El poder les da un concepto de maleabilidad que, de hecho, está basado en la ilusión.
La vida, como la conocen, no es flexible de esa manera, ni es determinada por la razón ni por la voluntad ni por el tercer ojo.
La vida no encaja en una perspectiva del mundo ni un sistema, y no puede ser organizada con base en los procesos mentales.
Durante largo tiempo ustedes han entablado una batalla con su humanidad – la condición humana. Muchas sendas espirituales están basadas en la idea de que ustedes deben trabajar en sí mismos, en que se tienen que elevar a sí mismos y que tienen que imponerse a sí mismos una planeada senda de acción que los conducirá a una situación ideal.
Pero esta idea crea una gran batalla interna. Si ustedes empiezan a partir de la idea de un requerido ideal, se imponen estándares a sí mismos que conocen muy bien en su interior que no pueden lograr – así que fracasan desde el principio.
Sientan ahora la energía de esta manera de pensar: qué se están haciendo a sí mismos, cuál energía proviene de la necesidad de imponerse, de la búsqueda para mejorarse a sí mismos, y del deseo de organizar la vida, sus emociones y sus pensamientos. Sientan la energía de querer controlar las cosas. ¿Es ésa una energía amorosa?
Con frecuencia esa energía se hace pasar por el amor, como lo bueno y verdadero, pero el poder siempre se disfraza a sí mismo de esta manera para que sea más fácil que la gente lo acepte.
El poder no muestra su cara abiertamente; el poder seduce a través del pensamiento. Por eso es mejor no pensar al respecto, sino sentir lo que el deseo de controlar la vida les está haciendo.
Mírense a sí mismos en su vida diaria, en el presente, en su vida de ahora. ¿Con cuánta frecuencia batallan consigo mismos, condenan lo que surge en sí mismos, lo que nace naturalmente en ustedes y quiere fluir?
En este estado de juzgar se asienta una energía de crítica, una frialdad: “esto no debería de ser, esto es erróneo, necesita irse.”
Sientan esta energía – ¿acaso les ayuda?
Deseo ahora llevarlos a una diferente manera de verse a sí mismos; un lugar donde pueda suceder un cambio pero sin luchar, sin tratarse duramente. Para dejar esto muy en claro, permítanme darles un ejemplo.
Imagínense que algo sucede en su vida que crea un sentimiento de enojo o de irritación en ustedes – cualquier cosa que quieran.
Ahora bien, ustedes pueden reaccionar a ese enojo de diferentes maneras. Si no están acostumbrados a reflexionar sobre sus emociones y sus reacciones son muy primarias, entonces no hay nada allí más que enojo – ustedes están enojados, punto.
Están envueltos por el enojo, y se identifican con el enojo. Con frecuencia, entonces sucede que la causa de su enojo es algo fuera de sí mismos – ustedes proyectan la culpa a otra persona.
Alguien hizo algo equivocado y por su culpa se sienten enojados. Ésta es la más primaria reacción – ustedes se identificaron con su enojo, ustedes están enojados.
Otra posibilidad es lo que yo llamo la segunda manera de reaccionar.
Ustedes también están enojados y hay inmediatamente una voz en su mente que dice: “esto no debería suceder; esto está equivocado; no es bueno que me haya enojado; debo suprimir esto.”
Pudiera ser que se les haya enseñado a suprimir su enojo a través de su educación religiosa o por una perspectiva de la sociedad.
Por ejemplo: es mejor, más agradable, más moralmente aceptable no mostrar su enojo a otros. Esto ciertamente se aplica a las mujeres en lo que toca a que no es propio para ellas expresar su enojo abiertamente – no es femenino.
Hay toda clase de ideas de las que los han convencido ocasionando que juzguen el enojo en sí mismos. ¿Entonces qué sucede?
Están enojados en su interior e inmediatamente surge una opinión al respecto: “esto no está permitido, está equivocado.”
Su enojo se convierte entonces en su lado sombra porque no puede literalmente salir a la Luz – no debe verse.
¿Qué sucede al enojo reprimido de esta manera? No desaparece, sale por su espalda afectándolos de otras maneras; pudiera causarles que se sientan temerosos o ansiosos. No pueden utilizar el poder que reside en el enojo porque no se permiten a sí mismos usarlo.
Pueden mostrar un lado dulce, agradable y servicial, pero no ese apasionado, enojado lado – su lado rebelde.
En consecuencia, el enojo queda encerrado y ustedes piensan que son diferentes a los demás porque tienen estos sentimientos, así que es mejor inclusive empezar a distanciarse a sí mismos de los demás.
En cualquier caso, esto crea un amargo conflicto en su interior, y aparentemente entre sus dos yos, un Yo Iluminado y un Yo Oscuro.
Mientras tanto, ustedes quedan atrapados en este doloroso juego y sienten dolor interiormente porque no se pueden expresar a sí mismos.
Este juzgar los limita.
¿Se convierten verdaderamente en una mejor persona debido a esta reacción? ¿va a conducir el suprimir sus emociones a un ser humano pacífico y amoroso ideal?
Si les estoy describiendo todo esto, ustedes pueden ver claramente que este tipo de reacción no funciona – no conduce a una verdadera paz, a un verdadero equilibrio interno.
Y sin embargo, todos ustedes se hacen esto a sí mismos. Frecuentemente silencian sus emociones porque no son buenas de acuerdo con las morales que ustedes sostienen, y no reflexionan sobre estas morales – de dónde provienen y de quién, o cómo se las han alimentado.
Así que esto es lo que les recomiendo que hagan: no lo piensen, sino siéntanlo. Sientan esa energía que reside en los juicios que disparan contra sí mismos, con sus imágenes de lo que es ideal y de lo que “debe hacerse”, que en ocasiones surge aparentemente de elevados motivos – y déjenlo ser. Ustedes no se vuelven iluminados conteniendo sus emociones y suprimiéndolas sistemáticamente.
Hay una tercera manera – una tercera manera de experimentar sus propias emociones humanas. La primer manera fue la de identificarse totalmente con su enojo, como en el primer ejemplo. La segunda manera fue la de empujarla, suprimirla y condenarla.
La tercera manera es la de permitirla – permitirla ser y trascenderla.
Eso es lo que la conciencia hace. La conciencia de la que hablo no juzga – es un estado de ser.
Es una manera de observar que es, al mismo tiempo, creativa. Ahora bien, muchas tradiciones espirituales han dicho: sean conscientes de sí mismos, eso es suficiente.
Pero luego ustedes se preguntan: ¿cómo puede ser eso? ¿cómo puede la conciencia de uno mismo traer un cambio en el flujo de mis emociones?
Tienen que darse cuenta de que la conciencia es algo muy poderoso. Es mucho más poderosa que un registro pasivo de una emoción – la conciencia es una intensa fuerza creativa.
Ahora imaginen de nuevo que alguien en el mundo exterior evoca una poderosa emoción en ustedes – por ejemplo, enojo.
Cuando lo tratan de manera consciente, ustedes lo observan plenamente en sí mismos. No hacen nada al respecto, mientras que al mismo tiempo siguen observándolo y viéndolo.
Ya no se identifican con el enojo, ya no se pierden a sí mismos en él, sino que simplemente permiten al enojo ser lo que es.
Es un estado de distanciamiento, pero un distanciamiento que requiere una gran fortaleza porque todo lo que han aprendido los seduce a dejarse atraer por sus estados de ánimo y adentrarse en la emoción de enojo o de temor. Y para complicar las cosas, también se ven jalados a juzgar su enojo o su temor.
Así que ustedes están siendo jalados en dos direcciones y alejados de su conciencia, que es la salida de la que hablé al principio: la salida que es el camino a la paz interna.
Sus usuales maneras de manejar las emociones los jalan, alejándolos de su centro, por así decirlo, alejándolos de esa conciencia, y sin embargo ésta es la única salida.
Solamente observando silenciosamente el alcance de la emoción no se vuelven inconscientes, sino que permanecen enteramente presentes.
No se permiten ser jalados ni por la emoción ni por juzgar la emoción.
Ustedes la observan plenamente conscientes y con un sentimiento de amabilidad: “así es como es en mi interior.”
“Veo surgir un enojo en mí; lo siento cursar por todo mi cuerpo”. “Mi estómago reacciona, o mi corazón; mis pensamientos se apresuran a justificar las razones de mi emoción”.
“Mis pensamientos me dicen que estoy en lo correcto y no la otra persona.” Ustedes pueden ver todo esto sucediendo a medida que se observan a sí mismos, pero no lo siguen. No se dejan jalar ni involucrar; no se hunden.
Ésa es la conciencia – ésa es la claridad de mente. Y de esta manera pacifican los demonios en su vida: el temor, el enojo, la falta de confianza.
Cuando se identifican con ellos, ustedes los fortalecen, o también si luchan contra ellos juzgándolos – de ambas maneras los alimentan.
La única manera de trascenderlos es elevándose por encima de ellos, por así decirlo, con su conciencia – no luchando contra ellos, sino simplemente dejándolos ser.
¿Qué les sucede a ustedes? La conciencia no es algo estático; las cosas no permanecen como son. Van a notar que si no alimentan la energía de la emoción ni la del juzgar al respecto, gradualmente se disipará. En otras palabras, su equilibrio se fortalece, sus sentimientos básicos se vuelven unos de paz y de gozo.
Debido a que ya no es una batalla en su corazón, el gozo surge rebosante a la superficie. Ustedes ven la vida con ojos más amables.
Ven el movimiento de las emociones en su cuerpo y las observan.
Observan los pensamientos que se apresuran por su mente, viéndolos amablemente y con ligereza.
Sepan que la habilidad para observar sin ser tragados [por las emociones] es algo muy poderoso y fuerte. De eso se trata todo: ¡ésta es la salida!
Me gustaría pedirles ahora, en este momento, que experimentaran el poder de su propia conciencia – el ser puro – y la liberación por medio de ella que les permitirá sentir que no hay nada que necesiten cambiar en sí mismos. Sientan la tranquilidad y la claridad de esta conciencia: eso es lo que ustedes son realmente.
Dejen fuera los falsos juicios. Permitan a las emociones fluir y no las supriman – ellas son parte de ustedes y algunas de ellas tienen un mensaje.
Pregúntense a sí mismos si albergan alguna emoción de temor, una que les esté molestando, una con la que estén luchando.
Tal vez una que se ha vuelto un tabú para ustedes. Permítanle ahora subir a la superficie en la forma de un niño o de un animal – y se presente a sí mismo. Ese niño pudiera mostrarse completamente, o podría portarse mal.
Sea lo que fuere que suceda, debe permitírsele hacer todo lo que desea hacer, y decirles lo que siente. Ustedes son la conciencia que ve y dice: “Sí, quiero verte; quiero escuchar tu historia, dímela”. “Dime tu historia, porque es tu verdad; tal vez no sea la Verdad, pero quiero oír tu historia.”
Sientan sus emociones de esa manera y no las condenen. Permítanles venir a hablar con ustedes. Trátenlas con la bondad de una sabia persona de mayor edad, y observen lo que ese niño o animal les trae.
En la emoción negativa hay con frecuencia una fuerza pura de vida escondida que quiere emerger, una que ha sido atragantada a muerte por todos los prejuicios del juzgar.
Permitan que el niño o el animal venga saltando a ustedes. Quizá cambie su apariencia ahora — recíbanlo con una amorosa apertura.
La conciencia transforma – es el mayor instrumento del cambio, y sin embargo, al mismo tiempo no quiere cambiar nada.
La conciencia dice:, “Sí – ¡sí a lo que es!” Es receptiva y acepta todo lo que está allí, y esto cambia todo porque los hace libres.
Ustedes son libres ahora – ya no están a merced de sus emociones o su juicio de ellas. Permitiéndoles ser, ellas pierden su control sobre ustedes.
Por supuesto ocasionalmente sigue sucediendo que ustedes se ven sobrecogidos por sus emociones y su prejuicio – esto es ser humano.
Traten de no quedarse atrapados allí y no se castiguen a sí mismos por ello: “caramba, no he conseguido lograr tener una conciencia despejada – debo estar haciendo algo mal.” Si hacen esto, empezarán a rodar de nuevo la bola del juicio.
Ustedes pueden regresar siempre a la salida, ir de regreso a la paz, no luchando contra sí mismos. De otro modo, observen lo que está allí, y créanme: el no dejarse arrastrar a ellas es su mayor fuerza.
Ése es el poder de su verdadera espiritualidad. La verdadera espiritualidad no es la moralidad, sino que es una manera de ser.
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